!Ríndete! Por que, no?

¡Es tan fácil rendirse! Lo he hecho innumerables veces. Me rendí porque me cansé de esperar. Me cansé de volver a intentarlo. Me cansé de que las cosas no salieran como esperaba. Me cansé de esperar que lo que sea que necesitaba finalmente sucediera. Me cansé de orar sin ver ningún resultado a mi favor. Me cansé de confiar en Dios. Me cansé de tener que empezar de nuevo. Me cansé de sentirme cansada todo el tiempo. Me rendí porque me harté. Sentí que rendirme era mucho más fácil que intentarlo de nuevo o aguantar. No sé si puedes relacionarte.

He sentido el dolor de la pérdida y quería rendirme. He sentido el dolor del rechazo y quería rendirme. He sentido el dolor del juicio y quería rendirme. He sentido el dolor de la depresión y la soledad y quería rendirme. He sentido el dolor de no ser una madre de tiempo completo para mis hijos y quería rendirme. He sentido el dolor de lastimar a otros, especialmente a mi familia y quería rendirme. He sentido el dolor de estar en el centro del caos y quería rendirme. He sentido el dolor de que hablen de mí y me odien y quise rendirme. He sentido el dolor de estar tan lejos en el pecado y la desesperación que por un tiempo me rendí.

El dolor, incluso cuando es autoinfligido, tiene una forma de hacer que quieras tirar la toalla y renunciar a todo. El dolor tiene una forma de seducir incluso a los seres humanos más fuertes para que lo abandonen todo. Había un rey en la Biblia que quería darse por vencido. Déjame compartir sus palabras contigo.

Salmo 13 NTV

1 Oh Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre?

    ¿Hasta cuándo mirarás hacia otro lado?

2  ¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma,

    con tristeza en mi corazón día tras día?

    ¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome?

3  Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh Señor mi Dios!

    Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré.

4  No permitas que mis enemigos se regodeen diciendo: «¡Lo hemos derrotado!».

    No dejes que se regodeen en mi caída.

No sé si alguna vez te sentiste así, como yo, como el rey David, o si te sientes así en este momento. Donde parece que toda esperanza se ha ido. Como que Dios te ha abandonado, como que te ha olvidado. Me sentí así durante muchos años. ¡Este Salmo fue mi vida, LITERALMENTE! Estaba en un abismo tan profundo que no veía esperanza. Sentí que me estaba muriendo de adentro hacia afuera. Pensé que mi vida iba a resultar de una manera, pero luego no fue así. Estaba desesperada, enojada, humillada y parecía no tener un futuro

brillante. Pero luego permití que Dios entrara en mi situación. Literalmente me salvó de mí misma. Pensé que rendirme era la salida más fácil. Pero resulta que darse por vencido es lo que me empujó más adentro del hoyo, más adentro de mi agonía y más lejos de Dios.

Darse por vencida es lo que el enemigo de nuestras almas quiere que hagamos. Ves que el enemigo no quiere que camines en tu propósito. El enemigo no quiere que tomes tu posición en Dios. Él quiere que tú y yo creamos que darnos por vencida es la mejor opción.

Estoy aquí para decirte que la mejor opción no está en rendirse. Tu mejor opción está en entregarte a Dios. ¿Es fácil? Absolutamente no. Pero vale la pena.

No encontrarás alegría en rendirte. No encontrarás paz en rendirte, no encontrarás fuerza en rendirte. No encontrarás un levantamiento de lo que te pesa al rendirte. No encontrarás restauración en rendirte. No encontrarás el cumplimiento de tu propósito en rendirte. No encontrarás el amor en rendirte. Entonces, ¿dónde encontrarás todas estas cosas si no es en rendirte? Solo en Dios. Sólo en la entrega de todo lo que eres a Él. Sí, encontrarás tus respuestas cuando elijas confiar en Él. ¡Lo he probado todo chicas! Nada me ha dado todo lo que alguna vez necesité excepto una relación con Jesús. En Él no solo encontré mi

supervivencia, sino que encontré la vida y por eso puedo vivir audazmente para Él.

El rey David no terminó el Salmo 13 en el versículo 4. Continuó escribiendo a Dios y esto es lo que dijo:

5  Pero yo confío en tu amor inagotable;

    me alegraré porque me has rescatado.

6  Cantaré al Señor

    porque él es bueno conmigo.

Dios es bueno, incluso cuando nosotros no lo somos. El amor de Dios nunca falla, incluso cuando nosotras fallamos. No importa lo que hayamos hecho, no importa dónde hayamos estado, no importa dónde estemos ahora, no importa lo que estemos haciendo ahora. Nada, absolutamente nada puede impedir que Dios nos busque y nos ame. ¡Dios es el que rescata!

Entonces, ¿por qué no rendirse? ¡Porque tú vales más! Porque dentro de ti hay una mujer audaz que necesita levantarse y tomar su lugar en el diseño perfecto de Dios para su vida. Chicas, esta no es la idea del blog que tenía en mente para hoy. Pero cuando me senté para comenzar a escribir, miré mi cuaderno y vi una nota adhesiva en la que había escrito hace aproximadamente un mes. Siempre tengo notas adhesivas en mi escritorio porque si no escribo las cosas, me olvido. ¿Alguien puede relacionarse? En esta pequeña nota adhesiva me escribí a mí misma: "No te rindas ~ Salmo 13". Estoy segura de que lo escribí para recordarme que rendirme ya no era una opción. Cuando comencé a escribir esto, sentí fuertemente que alguien necesitaba leer estas palabras. Si esta eres tú, ¡estoy orando por ti! Estoy orando para que elijas confiar en Dios incluso si estás pasando por lo malo y lo feo. Estoy orando para que elijas entregar todo a Dios y permitirle hacer algo hermoso en ti y a través de ti. Porque amor, alguien por ahí necesita escuchar tu historia de redención.

¡No fuiste creada por Dios para rendirte! Fuiste creada por Él para ser una guerrera audaz que no se da por vencida, que no se detendrá hasta que se vea a sí misma viviendo en el propósito para el cual fue creada.

Deja de sobrevivir. ¡Empieza a vivir y sé audaz!

Con Amor,

Mimi